Notas / Música para todos
Alejandro Cernuda, Alcorcón: 24/10/2024
Para avalar esta obra podríamos decir que muy pocas personas en el siglo XX han tenido una relación más extensa con la música que Leopold Stokowski. Nació en Londres y realizó la mayor parte de su trabajo en Estados Unidos. Participó en más de 2000 estrenos y a lo largo de su vida se colocó más de 7000 veces al frente de alguna orquesta. Para lograr un hito como este trabajó sin apenas descanso hasta los 91 años, en los que grabó 122 discos, la música para algunas películas, entre ellas Fantasía de Disney; apostó por compositores vivos y por la música popular; dirigió casi todas las orquestas de cierta importancia en el mundo. Fue un director atípico. Le gustaba e hizo costumbre de dirigir sin batuta, jugaba con su propia imagen y sombra y en ocasiones lanzó las partituras al suelo para demostrar que podía hacerlo de memoria. Trabajar hasta los 91 años da tiempo para mucho, incluso para escribir un libro didáctico, eso es Música para todos.
En el libro convergen las preocupaciones del autor sobre el futuro de la música, alguna explicación sobre los fenómenos físicos de las ondas del sonido, utopías propias de los años cuarenta del siglo XX y muchos, muchos detalles -tal vez lo más interesante- sobre las características de la dirección orquestal y la manera de tocar los instrumentos de cuerda, viento, etc. Leopold Stokowski hace un recorrido no exhaustivo sobre la música no occidental, habla sin mucho tino acerca de la función del arte en la sociedad, porque en aquellos tiempos se pensaba y aún muchos lo creen así, que el arte y en particular la música, tienen algún poder para cambiar el mundo… evitar guerras, hacernos amigos, comprender al prójimo y cosas así. Por desgracia, ya en su época había pruebas suficientes de que las culturas más avanzadas en un sentido artístico, como Atenas, Córdoba, tal vez los mayas o Bizancio habían desaparecido a manos de gente bárbara; y es que el arte hace más sensible al emisor que al receptor, no protege. Tampoco la idea de añadir olores a las películas funcionó, aunque me consta que era en sus tiempos, el próximo hito esperado.
El texto es un documento válido en la toma de contacto con el trabajo de un director orquestal, pues de eso sabía mucho el autor, y en las limitaciones de la música moderna; pues limitada es aún en sus instrumentos, en su notación, en la aplicación de las nuevas tecnologías, incapaces hasta ahora y tal vez por siempre, a sustituir la calidad de algunos instrumentos y ambientes clásicos. Leopold Stokowski se siente optimista, pero tal vez la música, imperfecta, difusa en nuestra concepción occidental del compás, el ritmo, la polifonía, haya llegado a ese punto donde se suele decir: con lo que tengo me basta.
Recomiendo encarecidamente este libro a quienes se aventuran en el mundo de la música desde el punto de vista pasivo. Hay conceptos explicados en él que ayudarán a cumplimentar una visión de uno de los lenguajes más bellos y complejos inventados por el hombre, la lluvia sobre el tejado y los pájaros.
Nota: En 1930 Leopold Stokowski se convirtió en el primer director en aceptar la participación de la mujer en una orquesta norteamericana. Edna Phillips, una arpista, fue quien tuvo ese tardío honor.
aCernuda.com
Copyright © 2024 Alejandro Cernuda