Notas / El tren. Georges Simenon
Alejandro Cernuda, Alcorcón: 8/11/2024
Cuando Simenon escribió El Tren, en 1961, ya era reputado por su facilidad para dar a la imprenta novelas en cuestiones de semana. Esa dimensión temporal y la historia poco “negra” de la presente hacen de esta novela algo atípico en la obra del escritor belga.
Me gusta leer a Simenon. Me gusta Maigret y el uso que hace de la primera persona, donde esta obra es un ejemplo. Me gusta mucho antes de haberlo descubierto por segunda vez en Delfzijl, aquella pequeña ciudad del norte de los Países Bajos. Es que Georges es un especialista en el arte de darle vida a personajes anodinos, lo es Marcél Féron, el personaje de esta novela… Lo es en cierta medida Maigret, el protagonista de sus más famosas historias.
Georges Simenon es, si se quiere, el autor de una descomunal obra donde se puede conocer parte de la sobria y desapasionada vida en Europa de los años sesenta. Y un poco más atrás, como es El Tren, tal vez uno de los primeros ejemplos literarios donde se trata el problema de los refugiados, pese a que el personaje, su familia y muchos otros lo son en su propio país. El argumento discurre en el epicentro de la invasión alemana en Francia. Marcel Féron es un reparador de radios con familia. Su vida va por lo normal. No tiene otra aspiración que hacer lo que Dios manda, más o menos como casi todo el mundo. Un día se presiente la invasión alemana y no tiene otra alternativa que escapar con su gente en un tren para ganado. El destino lo hace separarse de su mujer embarazada y su hija y queda solo entre extraños. Entonces conoce a Ana.
El Tren es la historia de amor vivida y contada en primera persona por un hombre que, a pesar de sentir el tirón de esa terrible embriaguez, reacciona a ella un poco como Dios manda. Al cabo del tiempo Marcel logra encontrar a su mujer, que ha tenido un parto normal y con el tiempo logran regresar a su vida anterior, hasta que bueno, Ana regresa. Regresa como aquella dama del perrito del cuento de Chejov, sólo el pequeño instante necesario para recordar que el pasado también existió.
Simenon hizo un profundo estudio de las condiciones de los refugiados durante la guerra y él, que es novelista de trenes, dibuja con precisión ese viaje, esas noches en el coche o en el campo, el bombardeo de los aviones, las penurias, el sexo que se esconde bajo una manta para esconderse de quienes duermen a su lado. Como ya dije, el trabajo de Simenon es una ventana a la verdadera Europa, lejos del glamour y la gran política. Es el maestro de darle vida a gente que pocas veces osaría aceptar el reto del protagonismo.
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