Notas / Fiesta de Nuestra Señora de Fátima

Alejandro Cernuda, Alcorcón: 11/6/2024


A su avistamiento en la localidad portuguesa de Fátima, los días trece de seis meses seguidos, se debe el nombre árabe de esta advocación de la Virgen. Su fiesta: el trece de mayo.

En la década de los cincuentas, a unos metros del lugar donde después viví, llegó un cura con una efigie de esta santa y un poco más tarde fue reconocida como la patrona del hoy Consejo Popular Arriete-Ciego Montero, el mismo en el que una vez apareció el Megalonus Rodens Rodens.

POR TANTO: en nombre de todo lo anterior, se celebra la fiesta de Nuestra Señora de Fátima.  Asistir es poco menos que obligatorio, aun para quienes no van a la discoteca de fines de semanas. Es el momento de estrenar ropa. Se luce la calle con los colores vivos y en el pecho las marcas registradas que no son.

Hicieron agosto, días antes, los revendedores recuérdese la ruta de la seda- de trapos importados de Ecuador y Venezuela. A la fiesta van muchos en busca de pareja, al amparo de la música y la cerveza, de la concentración causada por la esperanza en el divertimento y la costumbre. Con una semana de antelación se oyen comentarios esperanzadores. Llega gente de los pueblos aledaños y de un poco más allá. Todo el mundo necesitara una historia cuando salga el sol de la mañana siguiente. Yo, como escritor, sé que la mayoría de las historias dependen de una buena gestión gubernamental, de que se reparta el protagonismo entre el público.  

Se suspendieron las actividades en la pista de baile. Es pequeña para el creciente número vendedores de quincalla y refrigerios. El exceso impide el libre curso de la gente. Muchos antropólogos concuerdan en que, como esta, toda celebración tiene una génesis religiosa. Excepto para los mercaderes, es innegable la función espiritual de la juerga.

Se presentan, para los niños, oportunidades de balancearse sobre toscas imitaciones de Disneylandia, murió el espíritu gitano que acompañaba a los mercaderes, las opciones de interactuar con el público mediante juegos, sorteos y en ocasiones un trabajo actoral. No hubo cucaña ni competencia de dominó ni carrera de caballos.

En otros años: payasos; magos; una cabeza sin mujer; otra de cuerpo completo- que, al contacto con ella, encendía tubos fluorescentes, traga fuegos, concurso de belleza y muchos artificios de farándula y feria. Pero hoy la gestión no pasa de garantizar lo mínimo.

Se largó el tiempo de aprovechar la oportunidad del entorno desde la existencia de caballos hasta la ingenuidad- y marcar así diferencias necesarias entre una fiesta de campo y el carnaval sobrio y moderno.  Resulta importante contratar una agrupación musical de categoría. Es el plato fuerte de la fiesta y lo único que marcará una constante en el recuerdo colectivo. Para eso el gobierno hace esfuerzos ingentes y pagará en un día un monto semejante a lo que recibe del Ministerio de Cultura un escritor promedio en varios años.

Se presentaron dos opciones acertadas al gusto de una amplia capa de la población, solo que por poco tiempo. Un extraño rito llamó la atención del público: el ómnibus de Arnaldo y su Talismán llegó a las doce de la noche y nadie descendió de él en las dos horas siguientes.

 La procesión fue suspendida por muchos años y hoy no clasifica como elemento tradicional.

Es a la mañana siguiente cuando mejor se pueden ver, en los niños, los falsos tatuajes de Spiderman y compañía. Las muchachas en la espalda o en la parte superior de los senos exhiben tribales en tinta, marcas registradas y algún que otro cantante moderno. Alguien se aventura con una imagen del Che Guevara y todos son rebeldes y felices hasta la hora del baño. No hubo importantes hechos de sangre ni se formaron o rompieron en demasía las relaciones de pareja.

Debió ser buena persona Aníbal Arriete, primer director del ferrocarril en Cienfuegos y fundador de la parte oeste del hoy Consejo Popular. Fue uno de esos hombres que fundan pueblos donde nunca van a vivir. Dicen que también donó una docena de camas al hospital y emprendió otras obras de caridad.

En el pueblo que lleva su nombre casi nadie conoce su historia. La unión natural, no saber ya dónde está la frontera, no ha borrado, sin embargo, las diferencias socioculturales entre un asentamiento y otro. Basta pasearse a las seis de la tarde por plazas de Arriete y Ciego Montero y se notarán diferencias entre la cantidad de personas en la calle, su manera de relacionarse y a qué se dedican. La fiesta de Nuestra Señora de Fátima es el acto ecuménico más significativo, en caso de que alguien pretenda evitar una fría guerra de secesión.

El día catorce por la tarde, cuando ya nadie hablaba de la fiesta, se pudo escuchar el redoblón de las campanas de la iglesia. En otras ocasiones se ha disparado la alarma de la tienda con las mismas consecuencias. Hay un sitio web especializado en recibir testimonios de apariciones. Aceptan todo tipo de epifanías y muchas quedan en entredicho para los miembros de la Iglesia. Nadie ha supuesto allí la aparición de Nuestra Señora del Consejo Popular. El trece de mayo vi tres gallinas que peleaban, sujetas con el pico de la cola en triángulo perfecto. Probablemente no significa nada.

La cerveza fue suficiente. Pese a haber ocurrido la fiesta a unos metros de donde escribo, no estuve nunca en ella. Nada se informó sobre lo ocurrido en el New York Times.

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