Notas / Lamentaciones de un prepucio.

No hay contradicción en haber leído la Biblia justo antes de este texto irreverente. Sucede que antes de cada libro de las Santas Escrituras buscaba información; así, de aventurarme a poner Lamentaciones en el buscador, salió el de Shalom. Lo encontré entre mi biblioteca digital y no hubo manera de eludirlo.

¿Puede Dios, el dios de los judios, ser monitorizado sistemáticamente en sus interacciones con un ser humano? Esto es lo que hace Shalom Auslander, de una manera hilarante, en este libro suerte de biografía. De no adivinarlo por el nombre del autor, el argumento nos presenta al disidente de una comunidad ortodoxa judía de Nueva York. 

Bajo el corolario humorístico nos espera descubrir parte de la vida austera, privativa, digamos que inmutable, de los creyentes adeptos a la circuncisión que habitan en comunidades esparcidas por el mundo.

Dios tienta, es lo que hace, tienta con comidas no kosher, pasión por el deporte, pajas, drogas, vulvas metafóricamente tornadas en colmenas. Shalom, entre revistas pornográficas, porros y hurtos prescribe su profunda religiosidad, pero no mediante el arrepentimiento, su religiosidad pasa del temor a la venganza de Dios al comercio de tentaciones con éste. El autor, quien jamás renuncia a su religiosidad, reta a la venganza del Creador. Este detalle es lo más importante de la historia y su punto divergente con otras obras similares. Shalom sí cree en Dios y le teme, espera su venganza; sólo que su comportamiento pecaminoso no tiene consecuencias o al menos el autor, aunque sospeche, no puede discernirlas, pues esa entidad omnisciente, contraparte de su historia y que está a cargo de todo el juego, es un psicópata de cuidado.

Que el minimalismo del libro no nos engañe. Hay algunas historias que andan por ahí desde siempre sin que muchos se atrevan a contarlas desde una perspectiva descarnada y desenfadada. El autor busca su Tierra Prometida sin un sistema. Eso no lleva a ninguna parte, pero sirve para escribir un libro.