Notas / Almas muertas
Alejandro Cernuda, Alcorcón: 9/7/2024
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Con estas palabras del autor se podría definir a muchos de sus personajes.
Hay seres que existen en el mundo no como objetos, sino como pequeñas manchitas o motitas sobre un objeto. Se hallan todas ellas en un mismo lugar, mantienen de igual manera la cabeza, la mayoría de las veces las toma uno por un oso y piensa que desde que nacieron sus labios jamás pronunciaron una sola palabra.
Uno tiene conocimiento de los libros antes de leerlos. A la mayoría de los lectores profesionales les pasa. Pueden mencionar más libros no leídos que sí y me aventuro a decir que argumentos.
Almas muertas iba a llegar algún día, pero el título me pareció por mucho tiempo demasiado poético, muy al estilo ruso al que nos tienen acostumbrados sus clásicos posteriores a Gógol. Nada más lejos de la realidad, el título, que al principio no lo fue, no puede ser más literal. Chichikov, el protagonista, muchas veces mal comparado con un Quijote... Almas muertas es lo que compra. No hay nada de esotérico en esto. Compra siervos de la gleba que han fallecido como si estuvieran vivos para dar rienda suelta a la más imaginativa, poética e hilarante de las estafas que jamás alguien haya estipulado en la madrecita Rusia. No vale la pena destripar el argumento, es demasiado ocurrente para que los futuros lectores no agradezcan mi silencio al respecto.
Almas muertas es uno de esos libros, como los de Kafka, Esopo, Swift y otros de los que se pueden leer fragmentos como el siguiente, extraídos de la Wikipedia: Gógol escribió en una época de censura política. Su uso de elementos fantásticos es, como en las fábulas de Esopo, una manera de burlar al censor.
Así dice la Wikipedia en la página dedicada a la biografía del autor. Independiente a las muchas veces criticada veracidad de afirmaciones en dicha plataforma, este tipo de excusas al uso de una estrategia literaria dentro de la ficción, son comunes desde el mismo Esopo hasta Kafka. A lo mejor le gustaba la fantasía, digo yo, y la crítica social era sólo una excusa. Es una aseveración simplista, escolástica, ingenua, preparada para manuales escolares y lejos de la verdadera psicología de un escritor.