Notas / Cuadros de costumbres cubanas

Alejandro Cernuda, Alcorcón: 5/8/2024


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Aunque el texto se compone de varios artículos que con anterioridad vieron la luz en publicaciones periódicas, están agrupados en forma de libro por el propio autor, lo que denota un cierto grado de unidad y preferencia.

Francisco de Paula Gelabert firmó la mayoría de estos artículos, si no todos, con el seudónimo de Oben Omar, uno de los tantos que usó para notificar su autoría en artículos de revistas, para modelar arquetipos de contemporáneos, como si tuviera la tarea, todo un género literario por más de un siglo se dedicó a ello, de moldear esa entidad ni mejor ni peor que hoy conocemos como el cubano.

La primera impresión es que durante casi ciento cincuenta años desde la publicación de este ejemplar hasta la época moderna - y tal vez antes de Francisco de Paula Gelabert- los giros lingüísticos han variado poco a la hora de expresar ciertas ideas. No sé desde cuándo a alguien muy feo se le compara con un aura tiñosa o con un sijú platanero. Hay otras que sí.

La Habana era más rural que lo que suele ser hoy cualquier pueblo de provincia y hay expresiones que significan lo contrario, al menos en otras regiones del país, por ejemplo, la muy española frase de pelar la pava, se usa en el libro con relación a ese tiempo que pasan juntos los novios en sabrá dios qué conversaciones murmurantes. Luego esa frase ha mutado y hoy, en muchos sitios, “pelar pavos” es todo lo contrario, andar sin novia… Lo dice quien alguna vez lo ha practicado con asidua dedicación y por lo tanto, se me ha endilgado el infame oficio. Se usan así, con el mismo significado “cara de tranca”, “freir tusas”, etc,.

Estos artículos de costumbres fueron publicados cuando la Guerra de los Diez Años era el tema más importante en la sociedad cubana, cierto que no tanto en La Habana, donde la vida procuraba mirar hacia otra parte. En ninguno de los artículos seleccionados se trasluce las consecuencias de 8 años de belicosos encuentros. Más allá de la censura, parece que al señor Gelabert no le gustaba ni siquiera insinuar el conflicto. Sí las relaciones de clases o la posición de la mujer, temas de modernísima interpretación.

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