Notas / Historia económica de Cuba

Al leer la Historia económica de Cuba, de Julio Le Riverend, nos parece que la isla se mueve al compás de variaciones y tratados desconocidos por los neófitos -yo- en el tema. El caso es que luego de tanto ir y venir la caña, el tabaco o el café de este a oeste uno tiene la idea de que en Cuba los cultivos han emigrado internamente más que la propia 

población y esa mudanza baila a su vez al compás de una música que se toca en alguna parte del mundo y que sólo las plantas parecen oír. 

Es un libro de esos tan cargados de sabiduría e información que no basta la primera lectura y uno sabe que algún día volverá a él. Hasta los mismos segmentos en que se divide la obra parecen esperarse con premeditación e impaciencia. Nos pasa así con esa época de oro de la economía cubana que va desde la Revolución de Haití hasta más o menos el año 1830, tal vez la única época brillante de la economía cubana, sí, pese a la lacra de la esclavitud, o el destrozo social y económico de la Guerra de Independencia o con el proceso interventor, malo, pero no del todo, si se pretende ser objetivo. Digo yo, por ejemplo, que si alguien en clases hubiera contado la oscura época del machadato en Cuba desde un punto de vista económico y no político, o por lo menos desde ambas perspectivas, estuviéramos más preparados hoy para comprender las causas y los procesos formativos de ese tipo de hijo de puta continental que llamamos dictador.