Notas / Biografía de un cimarrón

Alejandro Cernuda, Alcorcón: 5/9/2024


Bastaron algunas notas y sistematizar la transcripción de las palabras de Esteban Montejo para convertir la obrilla en uno de los imprescindibles de la literatura cubana, Fue sabio Barnet al presentar el libro como un monólogo, y es que no se puede hacer otra cosa con un personaje de esa categoría, avalado no tanto por la veracidad de sus palabras como por el monstruoso capital de anécdotas acumuladas en su larga vida, donde desfilan personajes de la talla de Martín Morúa, los generales Quintín Banderas, Máximo Gómez, Menocal y empresarios como Tomás Terry, donde se cuenta en primera persona su vida como esclavo, se refleja la soledad de un cimarrón sin palenque, de un ex esclavo trabajando en el periodo entre guerras -cosa de la que no abundan los testimonios- Esteban Montejo se convirtió en Mambí y participó en la guerra de Independencia, la cual -sorpresa- no la cuenta desde el heroísmo, sino más bien con el orgullo de haber sido uno de los mejores ladrones de cerdos y viandas para alimentar la tropa. Nos cuenta su visión y lo que parece ser la visión general sobre la intervención norteamericana.

Las palabras de Esteban Montejo se antojan imprescindibles para conocer lo que falta en todos los libros de historia concebidos hasta el momento. La propia geografía es una región de escasa importancia en la bibliografía oficial. Allí parece haber estado en todas partes, a donde lo llevó la suerte, las mujeres, la brujería o la búsqueda de trabajo. Su biografía son las palabras de un hombre solitario que aprendió desde muy joven a desconfiar de todos. Según sus palabras, bueno en tiempo de paz e imprescindible en tiempo de guerra. Nos habla del monte, donde vivió desde su fuga del barracón hasta la abolición de la esclavitud. Ese monte que lo alimentó y protegió de rancheadores y que dejó de existir poco después de haberlo abandonado.

La provincia de las Villas es el escenario donde ocurre todo, excepto las escenas de la Habana tras la entrada del ejército libertador. Una guerra que de cierto modo había cambiado para mal en sus objetivos luego de la muerte de Maceo. Nuestro héroe, ya convertido en mambí, en esa semana de iniciación de la república, confiesa haber yacido con unas cincuenta mujeres, asistido a un desafortunado discurso de Máximo Gómez y a muchos, muchos toques de tambor.

Luego regresa a Las Villas y hay mucho más.

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