Una visita a Gante

Alejandro Cernuda, Ghent: 7/7/2012

Una visita a Gante

La chica neozelandesa, Joost y yo nos fuimos a Gante, la ciudad famosa de Bélgica y a la que los turistas gustad de adjuntar en sus circuitos a Brujas y Amberes, donde en un baile de febrero de 1500, Juana la Loca entró al baño, creía que, por una mala digestión, y allí dio a luz a Carlos V, el emperador que siempre tuvo sol en alguna esquina de su imperio.

El viaje tuvo un periplo instructivo, cerca de las veintiséis torres de molinos de energía eólica, los invernaderos donde se cultiva tomate, las fábricas de autos y una enorme montaña de remolacha para producir azúcar. Llegamos a Gante a la una de la tarde y fuimos directo al castillo de los condes, una de las pocas construcciones amuralladas que se pueden encontrar dentro de las ciudades.

Un castillo anacrónico alrededor del peculiar estilo del norte de Bélgica. Lo caminamos todo, la sala de torturas, el pasillo de los almenares, el foso, y hasta las letrinas. Fuimos luego a tomarnos un café, pero al ver la catedral de San Bavón abierta, decidimos entrar. En esta iglesia se bautizó Carlos V, me dijo Joost. Pero lo más interesante es que si se baja unos cuantos escalones se encuentra otra iglesia de estilo románico, y aún más, lo restos de otra más antigua, de madera. Así, hay tres iglesias, una debajo de la otra. La visita es algo así como un tres por uno.

Además de un sitio de culto, la catedral y su recorrido ofrecen una clase magistral de estilos arquitectónicos. Una iglesia construida sobre otra y otra, donde se puede apreciar en su puro estado el corrimiento hacia el gótico y hacia la bonanza que vivió la iglesia a partir de la baja edad media. Luego, en el salón mayor, con sus amplios vitrales, su techo alto y sus tumbas de obispos, se aprecian las obras de arte del periodo barroco y los pintores que regalaron, en la edad de oro de Flandes, sus obras a la catedral.

Es curioso, se puede contemplar un cuadro de Rubens sin pagar por ello, y unos metros más allá es preciso abonar cuatro euros para ver La Adoración del Cordero Místico, obra, en un mismo cuadro —aunque formado por doce tablas—, de dos hermanos y pintores flamencos: Hubert y Jan van Eyck. Conocido como el Políptico de Gante. Obra que, por demás, parece haber sido robada más de una vez.

Políptico de la Adoración del Cordero Místico

Políptico de la Adoración del Cordero Místico. Obra de los hermanos Van Eyck. Puede contemplarse en la catedral de San Bavón, en Gante.

El púlpito es una obra maestra, representa el triunfo de la verdad sobre el tiempo y es de mármol de Carrara, hecho en Dinamarca.

Nos tomamos el café y luego de recorrer la ciudad y comprar una caja de chocolates para Beatrix, Joost me dijo que no podía abandonar Bélgica sin tomarme una cerveza. Nos fuimos a un bar donde se especificaba en tres idiomas que estaban a la venta 250 marcas de cerveza belga. Como para mí sería muy difícil escoger, dejé en sus manos la tarea. Me pidió una jarra de Trappis, una cerveza hecha en un convento, con la receta que sólo los monjes conocen.

Para él, una que no puedo precisar ahora. Mientras la gente se agolpaba en las mesas y conversaba a gritos. Joost me contó que en ese bar hay una cerveza que para consumirla es preciso dejar en la barra un zapato, pues los vasos son tan caros a los coleccionistas. Cuando quise ver este fabuloso recipiente, él me detuvo con un gesto. Tengo uno en casa, me dijo, y para aliviar su conciencia de buen político y hombre, aclaró: Fue un regalo. Y nos fuimos de regreso a casa.

Bélgica Mundo

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