Alejandro Cernuda, Alcorcón: 5/7/2025
Es el segundo libro de Álvaro Cunqueiro que se reseña en estas notas «lo hice con El pasajero en Galicia» y, sospecho, vendrán más.
Escuela de curanderos es un tratado de las artes sanatorias que solían aplicarse en muchos sitios de Galicia. Es un tema tan universal y a la vez tan de la comunidad, que parece haber estado a la espera de Cunqueiro para ser contado. Ni siquiera parece casual el hecho de haber tenido un padre boticario, Álvaro Cunqueiro y este resumen estaban predestinados. Sujetos el uno con el otro, como atados están los gallegos a las enfermedades producidas por sus árboles. Eso impide, se dice en el libro, a médicos de otros sitios llegar a entender las dolencias propias de la zona.
Como el libro anterior, tiene algo de investigación periodística, de ensayo y también de humor. Comienza con una variopinta relación de libros y costumbres ancestrales, del beneficio de la piel de cocodrilo macho, siempre que este no haya tenido relación con mujer alguna. De cómo curar las enfermedades en la sombra de las personas, al ser esto menos invasivo, de la ventaja de los albinos para descubrir oros extraviados y la ventaja de los mismos para evitar los rayos de las tormentas, aunque esto tal vez lo cuenta más adelante.
En una segunda parte, no menos exuberante, se cuenta la vida de algunos curanderos famosos por los pueblos de Galicia, repatriados pobres de las Américas, esos indianos menos famosos, que tal vez hayan sido los más. Esos que me hacen recordar las palabras de mi padre, allá en Cuba, cuando me decía, ¿sabes cuántos gallegos hay enterrados en nuestro cementerio? Sí, hubo varios curanderos entre la gente pobre que volvió de América, como el que trajo de Cuba una muñeca negra con poderes para curar la impotencia, o el que hacía los trajes para los que iban a morir.
He disfrutado mucho la lectura de este libro. Ahora lo sé, hubo curanderos capaces de soplar en latín, cosa efectiva para ciertas enfermedades. Con esa sola afirmación Álvaro Cunqueiro parece un escritor raro en la España de su tiempo. Me resulta contradictorio haber descubierto tan tarde una pieza literaria y periodística de tal calidad. Espero continuar tropezando con estas gemas de aquí y de allá.